Grandes paisajes de desechos
Texto: Abril Ambriz
Fotografías/Ilustraciones: Maqui Ruíz
Publicada el domingo 23 de enero de 2023 en la columna Crónicas del Antropoceno en el periódico EL INFORMADOR
Enero 23, 2023
Como espectadores de la imagen nos hallamos frente a una realidad que deseamos fuera una mera distopía...

“Todas las fotografías son memento mori” decía Susan Sontag. Pero si todas las fotografías son un testimonio de la fugacidad implacable del tiempo ¿habrían de serlo también las que dan cuenta de los cambios abruptos al paisaje natural causados por la crisis climática?
Muchos expertos afirman que estamos inmersos en una nueva época a la cuál han nombrado Antropoceno. Sin entrar mucho en el debate en torno al término, sabemos que también existen otras maneras de referirnos a este presente; Capitaloceno es una de ellas. Y es que justo dentro de esta noción histórica de la acumulación ilimitada de riqueza, es donde han empezado a aparecer paisajes bastante particulares y disonantes.
Hasta hace muy poco comenzaron a circular en todo el mundo las fotografías tomadas por Martin Bernetti que muestran un escenario casi sacado de una película de ciencia ficción: enormes montañas de ropa desechada de las cadenas de moda rápida apiladas en el desierto de Atacama, Chile. Las imágenes son abrumadoras cuando nos damos cuenta de que este lugar, a pesar de ser un árido desierto, posee una riqueza natural importante y que ahora un fragmento de éste se ha convertido no sólo en un gran cementerio textil, sino también en un vertedero de llantas y automóviles.
Como espectadores de la imagen nos hallamos frente a una realidad que deseamos fuera una mera distopía, y posiblemente esperamos que, al ver únicamente a través de las fotografías mostradas en los noticieros o en las redes, esa realidad no sea completamente nuestra; pero lo cierto es que somos partícipes indirectos de la creación de estos paisajes.
Un ejemplo equivalente podemos apreciarlo en las imágenes que aparecen en nuestra computadora cuando googleamos “islas de basura”. Si, existen al menos siete islas de plástico y desechos distribuidas en el Atlántico norte, el Océano Indico, el Mar Caribe, el Mar Mediterráneo, y la más grande de todas en el Pacífico norte, todas producto del consumo y desecho desmedido de la población mundial. Estas islas no sólo han alterado al paisaje y la manera en que le percibimos, si no que representan una amenaza para la vida marina y, por lo tanto, para la salud humana al entrar en contacto con los microplásticos.
La historia de la humanidad puede contarse a través de las imágenes y actualmente, con la rápida y masiva circulación de ellas, las narrativas del Antropoceno/Capitaloceno comienzan a abrirse paso ante una inminente nueva manera de percibir a los sistemas naturales y su relación con el ser humano. En este sentido, habría que ejercer la visión como una actividad crítica y no meramente pasiva, en la que al acto de ver se convierta en un impulso para repensar, imaginar y llevar a la acción diversas prácticas que ayuden a frenar el impacto negativo en el medio ambiente.