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Arte público urbano: una protesta efímera que perdura

Texto: Crónicas del Antropceno

Fotografías/Ilustraciones: Colectivo Mezcal (Mural de su autoría que forma parte del Corredor de arte público: de lo vivo y el futuro en Zapopan).

Publicada el domingo 7 de enero de 2024 en la columna Crónicas del Antropoceno en el periódico EL INFORMADOR.

Enero 8, 2024.

“Cuestiones como violencia, corrupción y cuestiones políticas siguen presentes en las calles y cada vez más vemos la preocupación por problemáticas socioambientales. Hay un compromiso y una presencia muy importante de los aspectos sociales de la crisis ambiental”.

La emergencia climática y las problemáticas socioambientales que la acompañan son algunas de las inquietudes presentes en el arte público urbano, el cual puede ser entendido como, toda obra de arte que dentro de un territorio urbano está al alcance de todos, es decir, expuesta en lugares públicos de los cuales su principal ejemplo es la calle.

Si bien sus lenguajes, procesos y materiales se han adecuado a los fenómenos sociopolíticos y a las tecnologías disponibles, los temas como la migración, igualdad, justicia social, feminismo, diversidad, inseguridad, ahora suman la preocupación por el cambio climático. La deforestación, la extinción de especies y los efectos del calentamiento global aparecen cada vez más en el arte público urbano. “Precisamente estas formas de expresión han servido como un termómetro social que va mostrando de una manera sin censura las preocupaciones de lo que el ser humano ha estado haciendo en los últimos años”, señala Alberto Peredo, profesor e investigador universitario especialista en arte público urbano. “Cuestiones como violencia, corrupción y cuestiones políticas siguen presentes en las calles y cada vez más vemos la preocupación por problemáticas socioambientales. Hay un compromiso y una presencia muy importante de los aspectos sociales de la crisis ambiental”.

En una charla con Crónicas del Antropoceno el doctor Peredo mencionó que algunos exponentes importantes de los lenguajes artísticos contemporáneos abordan el tema ambiental como preocupación generalizada, como el danés-islandés Olafur Eliasson, quien a través de su pieza titulada “ice watch” llevó 12 piezas de hielo desde un iceberg en el círculo polar para exponerlas en algunas plazas públicas de Europa donde los ciudadanos podían ver, tocar, trepar y conocer el hielo polar mientras se derretía lentamente, llamando la atención con ello al calentamiento global; por su parte el mexicano Ariel Guzik hace experimentos sonoros y armónicos para (re)establecer la comunicación entre especies. De esta manera ha generado conciertos de plantas y en otra de sus piezas sumergió en el mar dentro de una cápsula especial un cacto y a través de tecnología pudo captar sus vibraciones y de esta manera convertirlas en ondas audibles que fueron transmitidas como sonido en el rango que captan delfines y ballenas, con lo que pudo evidenciar y registrar una interacción entre especies que nunca se habían conocido.

Este “termómetro social” sobre las preocupaciones del momento se combina con otra característica del arte público urbano: lo efímero; su duración no está garantizada. “El buen arte público es efímero; es solamente una provocación impertinente”, dice Alberto Peredo, citando a la crítica de arte y curadora Isabel Carlos, a lo que agrega: “Si está en la calle es altamente efímero. La permanencia puede ser de solo unos minutos.”

Otra característica más reciente del arte público urbano es que hay más relevancia en el mensaje y no tanto en la identidad del autor. “A diferencia de la década de los años ochenta, ya no se busca tanto enunciar el nombre del autor, que era característico del graffiti hip hop. A partir de los noventa comenzó a mutar el nombre del autor por un discurso que comenzó a tocar temas de importancia común, como las problemáticas sociales. La intención ya no es poner su nombre en la mayor cantidad de lugares posibles, sino enfocarse más en la calidad del mensaje y en la denuncia o el discurso de estas manifestaciones”, explicó Alberto Peredo.

Esas son algunas de las características del arte público urbano en los complejos designios del Antropoceno. Un contenido fugaz cargado de intención. Una denuncia efímera que perdura.

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