Una calma triste
Texto: Marcos Vinagrillo
Fotografías/Ilustraciones: @granom
Publicada el domingo 6 de abril de 2025 en la columna Crónicas del Antropoceno en el periódico EL INFORMADOR.
Abril 07, 2025
Cómo entender la justicia siendo humanos, si devoramos hasta los botones de las flores que no han abierto.

Abril es el mes más cruel, lo repito para quienes queremos enfocarnos en las
flores de la primavera y olvidamos que antes de que caigan las gotas de lluvia, es
el paisaje primaveral el más severo de todos. Porque así como los abriles del
poeta T.S. Elliot encrudecían las tragedias de la Primera Guerra Mundial, es en
esta misma temporada de calores y sequías, cuando la barranca pierde el cobijo
de la selva y la ciudad se incendia. Otra primavera en que toca tragar saliva y
aceptar que, a unos cuantos kilómetros de la capital de Jalisco, en ese lugar tan
bello que es Teuchitlán, tantos jóvenes perdieron la vida.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios
nuestro…
Hoy más que nunca, comprendo todas las veces que mi madre me persigna al
despedirse, haciendo hasta lo último que le queda para que yo vuelva, porque
ahora que he experimentado lo que es vivir en el Occidente de México, donde
antes de poder ir a conocer cualquiera de sus maravillas hay que preguntarse
cómo estará por allá el narco, que yo mismo he comenzado a persignarme
esperando volver a verla.
Cómo entender la justicia siendo humanos, si devoramos hasta los botones de las
flores que no han abierto, porque lo que más enferma del crimen organizado, es
justo eso, que también son seres humanos. Es triste que nuestra especie podría
definirse por organizarnos para destruir a otros. El Antropoceno, la época del
crimen organizado.
"One Ring to rule them all, One Ring to find them, One Ring to bring them all and
in the darkness bind them.”
(Tolkien, J. R. R. El Señor de los Anillos)
De acuerdo a la Lista Roja de la Unión Internacional por la Conservación de la
Naturaleza (IUCN), se tiene documentada la extinción de 869 especies por causas
humanas y eso que ésta surgió unos años después de que les Homo sapiens
detonaran bombas atómicas en Japón, carbonizando al instante no solo a otros de
su especie, sino a toda la biodiversidad en kilómetros a la redonda y alterando con
radiación la biodiversidad genética de todas las especies de la Tierra.
Extinguimos desde mamuts hasta bacterias y, aun así, pregonamos que nuestra
especie es “la más evolucionada”. Pareciera que deforestar bosques para tener
guacamole es de seres superiores, así como asesinar una familia de orangutanes
para presumir uno de mascota merece una medalla. Por cierto, tanto la tala ilegal
como el tráfico de animales y personas, son también industrias del narco.
En efecto, los humanos nos organizamos, de formas distintas a las abejas o a las
termitas, nos organizamos para gestionar quien vive (biopolítica) o más bien para
gestionar quien muere (necropolítica). Pero cómo es que, si nos organizamos tan
bien para el crimen no podemos organizarnos igual para todo lo demás. Por ahora
solo puedo más que compartir el sentir de un colega que con tres palabras me
expresa como se vive Teuchitlán:
- una calma triste.